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viernes, 1 de noviembre de 2013

1º de Noviembre: Día de todos los santos


                                       Alegraos y regocijaos      





                                                  

Hoy celebramos la realidad de un misterio expresado en el "credo" y que resulta muy consolador:  "Creo en la comunión de los santos". Todos los Santos, desde la Virgen María, que han pasado ya a la vida eterna, forman una unidad: son la Iglesia de los bienaventurados, a quienes Jesús felicita: "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios"(Mt5,8). Al mismo tiempo, también están en comunión con nosotros. La fe y la esperanza no pueden unirnos porque ellos ya gozan de la eterna visión de Dios; pero nos une, en cambio, el amor" que no pasa nunca"(1Cor13,13); ese amor que nos une con ellos al mismo Padre, al mismo Cristo Redentor y al mismo Espíritu Santo. El amor que les hace solidarios y solícitos para con nosotros. Por tanto, no veneramos a los Santos solamente por su ejemplaridad, sino sobretodo por la unidad en el Espíritu de toda la Iglesia, que se fortalece con la práctica del amor fraterno.
Por esta profunda unidad, hemos de sentirnos cerca de todos los santos que, anteriormente a nosotros, han creído y esperado lo mismo que nosotros creemos y esperamos y, sobre todo, han amado al Padre Dios y a sus hermanos los hombres, procurando imitar el amor de Cristo.
Los santos apóstoles, los santos mártires, los santos confesores que han existido a lo largo de la historia son, por tanto, nuestros hermanos e intercesores; en ellos se han cumplido estan palabras proféticas de Jesús:" Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa".
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos"(Mt5,11-12). Los tesoros de su santidad son bienes de familia, con los que podemos contar. Éstos son los tesoros del cielo que Jesús invita a reunir(cf.Mt6,20). Como afirma el Concilio Vaticano II, " su fraterna solicitud ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad". Esta solemnidad nos aporta una noticia reconfortante que nos invita a la alegría y a la fiesta.
                                                        
                                                         







                                                  


Gracias: Mons. F.Xavier Ciuranete-Obispo Emérito de Lleida-España