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miércoles, 10 de marzo de 2010

Tres pilares para vivir la Cuaresma


No es un tiempo triste, no es un tiempo gris, es un tiempo de esperanza y de ensanchar el alma para que Dios entre, y se haga su dueño.

La Iglesia nos regala tres pilares para vivir este tiempo.

La limosna:Es la ayuda a aquel que padece cerca de nosotros, es la misericordia hacia aquel que tiene hambre y busca consuelo.Tambien hablamos del hambre espiritual. La soledad y el abandono no nos pueden dejar indiferentes. Que el hermano no sea"invisible" a nuestros ojos. Que nos detengamos en nuestro apuro para consolar, escuchar, acompañar, con la humildad de sabernos simples herramientas del amor de Dios. No seamos amarretes de amor.

La oración:Cómo se reza?Hay que descubrir nuestra mejor forma de rezar, buscar tiempo para hablar y escuchar al Señor. Leer la Palabra, simples jaculatorias o solo descansar mis pensamientos en compañía del Señor.Y para ésto es necesario hacer silencio, escuchar sus susurros.

Elegir un tiempo para Dios, para que llene mi corazón, y el resto del día me acompañe.Qué grato abandonarse en los brazos de Jesús!

El ayuno: Se piensa que el ayuno, se refiere a la comida. No está mal, pero la finalidad es ver a qué estoy apegado en mi vida, que no me ayuda a acercarme a Dios. Tal vez es el tiempo que estoy frente al televisor, al teléfono, a la superficialidad, que nos tienen como esclavos del último grito de la moda.Estas privaciones nos educan, y nos hacen más libres.Qué necesita una transformación en mi vida?Así quiere ser esta Cuaresma. Un tiempo para crecer, para amar más y para hacernos más de Dios.

Pidamos a María que nos acompañe en este camino, ella que acompañó a Jesús hasta el Calvario, para que podamos crecer en caridad,justicia,esperanza y fe, y de su mano lleguemos a vivir una Santa Pascua.


extractado


P.Carlos Padilla Esteban



domingo, 7 de marzo de 2010

Mujer


Mujer, hija, hermana, esposa, madre, abuela, estudiante, empleada, profesional. Tantos roles para un solo corazón.

Soñada desde la eternidad por Dios con la fortaleza de un metal, la suavidad de la seda, la sensibilidad de un artista y un corazón tan grande que puede llenarse siempre de más amor, cuanto más lo regala.

Así la ve Dios, y bajo esta mirada, la mujer encuentra su dignidad, descubre lo que es, y lo que está llamada a ser.
Qué importante es que la mujer descubra su misión, que pueda brillar en el lugar que eligió y que su tarea refleje siempre esa lucecita que Dios encendió en su alma que le permite ser el refugio, el consuelo, el amparo, la alegría y protección de todos los que tiene a su lado.

Y que en ese camino y en ese lugar, revalorice la indelegable tarea de amar y su principal rol, que es ser: corazón de su familia, ama de su hogar.

Mujer, invoca a María Madre del Señor, mediadora de todas las gracias, para que te acompañe y llame a Su Hijo amado cuando lo necesites.


"Feliz quien confíe en Dios, será como un árbol plantado junto a la fuente, que siempre da fruto y no se marchita"